El 2 de Noviembre en muchos países de corte católico se celebra el Día de los Muertos. En México es un acontecimiento de proporciones colosales. En ese día una buena parte de la población de nuestro país visita los cementerios para llevar ofrendas a los seres queridos que han partido. La película de Disney, Coco, expresa mucho del sentir de nuestro pueblo. Este fenómeno tiene gruesas raíces prehispánicas.
Como nuestros antepasado prehispánicos, mucha gente que visita en los cementerios las tumbas de sus seres queridos llevan alimentos que comen allí y se supone que los muertos participan del festín. Es una fecha en la que supuestamente a los muertos se les permite visitar a los vivos.
Aunque yo, por haber experimentado la pérdida de un bebé unos días antes de su fecha de nacimiento y la enorme pérdida de mi primera esposa, entiendo perfectamente el sentir que lleva a las personas a participar en cosas como esta, es muy claro que no es algo que le agrade a Dios. Es una costumbre de carácter decididamente pagano. Y en un país como el nuestro, en el que cada día se venera más a la llamada Santa Muerte (por cierto, es una aberrante contradicción porque la muerte no tiene nada de santo; es una maldición), adquiere una naturaleza sobrenaturalmente maligna.
Entonces, ¿Qué podemos hacer para honrar a nuestros seres queridos que han partido sin ofender a Dios? Pues, nosotros el sábado 4 de noviembre hicimos algo hermoso. Mandamos imprimir fotografías de nuestros seres queridos más cercanos que han partido. Nos reunimos como familia en la sala de la casa y tomamos una foto y recordábamos a ese ser querido y la pasábamos a la siguiente persona. Cada uno que recibía la foto hablaba un poquito de lo que recordaba de esa persona, de una manera honesta y cariñosa. Honramos de esta forma a los papás de Yessi, recien fallecidos, y a varios parientes cercanos incluyendo, por supuesto, a Charly el primer esposo de Yessi y a Lety mi primera esposa.
Los chicos nos preguntaban cosas como: ¿Es verdad que Lety era muy chistosa? En efecto, Lety tenían un gran sentido del humor. Déjenme contarles de aquella ocasión en que... Hablamos de la integridad de Charly y de su profundo amor por los muchachos cuando eran pequeños. Y contamos algunas anécdotas. Reímos, lloramos y, sobre todo honramos la memoria de estas personas que jamás olvidaremos. Ese fue nuestro “altar de muertos” y nos llevó a un tiempo lleno del Espíritu Santo y de la Gracia de Dios. Y sin ningún vestigio pagano que pudiera ofender al Señor.
Pruébalo.
Muchas gracias ✨Gabriel. Si, 💟Tener ese momento de hablar de ellos fue honrarlos y también un momento de Sanar. Todo Gracias por la presencia del Espíritu Santo.💜
Gracias, querido Pastor, por ayudarnos a darle un verdadero sentido a la forma de honrar a nuestros seres queridos que volvieron a La Casa de Nuestro Padre Celestial.