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Foto del escritorGabriel Miyar

Excusas

Hay una parábola en el capítulo 14 de Lucas que describe el llamado que Dios hace a hombres y mujeres a la salvación. Es la Parábola del Gran Banquete:


Jesús respondió con la siguiente historia: «Un hombre preparó una gran fiesta y envió muchas invitaciones. 17 Cuando el banquete estuvo listo, envió a su sirviente a decirles a los invitados: “Vengan, el banquete está preparado.”


La verdad es que nosotros somos esos sirvientes de la parábola, a través de los cuales nuestro Amo le hace una invitación a las diferentes personas a que acepten su invitación a una eternidad de vida y gozo en su presencia.


En la parábola, ninguno de los que fueron invitados originalmente acepta la invitación. Ponen un montón de pretextos. Porque eso es lo que son, pretextos:


18 pero todos comenzaron a poner excusas. Uno dijo: “Acabo de comprar un campo y debo ir a inspeccionarlo. Por favor, discúlpame”. 19 Otro dijo: “Acabo de comprar cinco yuntas de bueyes y quiero ir a probarlas. Por favor, discúlpame”. 20 Otro dijo: “Acabo de casarme, así que no puedo ir”.


Y por supuesto, en el contexto original, la parábola hace referencia al pueblo judío, el propio pueblo de Jesús, quienes, en su mayoría, rechazaron la invitación. En la parábola, el amo invita entonces a que vengan todos aquellos que jamás hubieran sido invitados a ningún banquete—“los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos.” Éstos nos representan a los no judíos.


Pero a la vez, esta historia refleja la realidad de qué muchos de los que aceptamos la invitación al gran banquete de salvación de Jesús es porque nos sentíamos necesitados, destituidos y desposeídos espiritualmente. Las personas satisfechas y autocomplacientes, como los primeros invitados en la parábola, están demasiado ocupadas con su vida como para hacer caso de la invitación.


«Dios bendice a los que son pobres en espíritu y se dan cuenta de la necesidad que tienen de él, porque el reino del cielo les pertenece.» Mateo 5:3 (NTV).


En estos días antes del domingo +1 urge que estemos orando que Dios toque los corazones de las personas que queremos invitar. Nuestras responsabilidades invitarlos, el estado de su corazón es responsabilidad de Dios. Pero de que necesitan aceptar la invitación, lo necesitan urgentemente. Por favor, no seamos indiferentes a la gran oportunidad que se nos presenta. ¡Seamos esos siervos que salen a invitar!


Gracias por tus comentarios.

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