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Foto del escritorGabriel Miyar

La Mano Tierna del Alfarero

¡El fiel amor del Señor nunca se acaba!

Sus misericordias jamás terminan.

Grande es su fidelidad;

sus misericordias son nuevas cada mañana.

Lamentaciones 3:22-23


No todo lo que hace el Gran Alfarero en nuestras vidas duele. Cuando hablamos del tema, normalmente enfatizamos el aspecto doloroso, cuando lo que Dios hace va en contra de la fibra estructural de nuestras vidas y por lo tanto duele. Pero, a veces, es sólo el dolor como el que produce ir al gimnasio al principio. El dolor de practicar algo que no estamos acostumbrados a hacer. No estamos, por ejemplo, acostumbrados a pedir perdón, y ahora, guiados por el mandamiento y por el Espíritu, pedimos perdón con mucha frecuencia y nuestros músculos confesar-pedir-perdón, antes atrofiados, ahora están un poco adoloridos. Hasta que lo hacemos un hábito y ya no duele tanto.


No siempre la mano del Alfarero es dura y pesada —“Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí.” Sal. 32:4. Muchas veces su mano es tierna y delicada, y le da forma a nuestras vidas alentándonos y guiándonos con dulzura. Como cuando nos da experiencias increíbles durante la alabanza. Sentimos que nuestro corazón se derrite de amor y somos transformados un poquito más en adoradores entusiastas. “Estamos fijos en conocer/Tu gran bondad y ver tu gloria/Y nos transforma poder ver/La hermosura de tu presencia” (Sopla Espíritu, Bethel Music).


Cuándo nos libra de una situación desastrosa y nos hace hijos e hijas más agradecidos y más confiados. Así le va dando forma a nuestra conducta. O cuando disfrutas del amor genuino y desinteresado de un ser querido y puedes sentir claramente el amor de Dios a través de esa persona, y eso te transforma en una persona que puede recibir y dar amor. ¿Qué hay de cuando una predicación ungida, te lleva a tomar decisiones que te van transformando? Un libro fascinante que se convierte en un parteaguas, que además disfrutas al leerlo porque Captura tu imaginación. O cuando te pones metas y las cumples con la ayuda de Dios y eso te estimula a seguir haciendo las cosas con excelencia.


Todas estas son formas en las que el alfarero te va transformando con una mano que te da palmaditas. La mano amorosa del Alfarero. No todo es dolor en la tornamesa del Alfarero.


«Señor, recuérdame que no todo tu trato para conmigo duele. Recuérdame todas esa cosas agradables y provechosas que haces por mi. Gracias por también moldearme con tu manos amorosas y sensibles. Ayúdame a apreciar cada vez más y más ese aspecto de tu paternidad transformadora. En el nombre de Cristo Jesús. Amén.»


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