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Foto del escritorGabriel Miyar

¡Recabitas, Quiero Recabitas!

En Jeremías 35, hay una historia que me sacudió profundamente. Te cuento. Dios le dice a Jeremías: «Ve al asentamiento donde habitan las familias de los recabitas e invítalos al templo del Señor. Llévalos a una de las habitaciones interiores y ofréceles algo de vino» (Jer. 35:2, NTV). Jeremías lo hace. Pone copas y jarras llenas de vino delante de ellos y los invita a beber, pero ellos no aceptan (v.5).


«No—dijeron—, no bebemos vino porque nuestro antepasado Jonadab, hijo de Recab, nos ordenó: “Nunca beban vino ni ustedes ni sus descendientes. Tampoco edifiquen casas, ni planten cultivos, ni viñedos, sino que siempre vivan en carpas. Si ustedes obedecen estos mandamientos vivirán largas y buenas vidas en la tierra”. Así que le hemos obedecido en todas estas cosas. Nunca hemos bebido vino hasta el día de hoy, ni tampoco nuestras esposas, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas. No hemos construido casas ni hemos sido dueños de viñedos o granjas, ni sembramos campos. Hemos vivido en carpas y hemos obedecido por completo los mandamientos de Jonadab, nuestro antepasado (vv.6-10).»


Entonces, Dios, le dice a Jeremías: «Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ve y dile al pueblo de Judá y de Jerusalén: “Vengan y aprendan una lección de cómo obedecerme. Los recabitas no beben vino hasta el día de hoy porque su antepasado Jonadab les dijo que no; pero yo les hablé a ustedes una y otra vez y se negaron a obedecerme (v.13-14, cursivas mías).


¿Puedes sentir esa añoranza de Dios, que casi raya en celos, por la fidelidad de los recabitas para con Jonadab? Como diciendo: “Ojalá Judá y Jerusalén me fueran tan fieles como esta familia lo es a su antepasado.”


El punto no es la abstinencia y ascetismo de los recabitas, más radicales que los menonitas o Amish actuales. No es su oposición al sedentarismo de los agricultores, que asociaban con la corrupción de la vida religiosa. No es su regreso a los “ideales” originales del pueblo de Israel en su travesía por el desierto. De hecho, son casi una secta. El punto y argumento central, es su obediencia y fidelidad a su fundador. ¡Dios añora esa clase de obediencia! ¿Y tú y yo? ¿Queremos dársela?


Por otro lado, en este tiempo que estamos hablando de edificar un hogar cristiano pienso en la permanencia de lo que estamos construyendo y anhelo con todo mi corazón, como seguramente tú también, dejar un linaje así de fiel. No por nada somos pioneros y fundadores.

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